El Nacional - 29/1/1998
Con una Venezuela pitorreándose las instituciones que ha adoptado, el país no luce como una nación seria. Sigamos viendo ciertas menudencias. Los fiscales entorpecen el tránsito en las autopistas de la capital. Una alcaldesa bautiza una calle con el nombre de un pelotero, que ojala no meta la pata como el futbolista argentino. A veces nos autodiagnosticamos y nos damos esperanzas. Los análisis sobre el comportamiento suizo del pueblo en el Metro, arrojan que sí podemos, cuando realmente estamos asustados por andar por las entrañas de la tierra. Actuando como caballeros, en vez de como lo que somos, criticamos que un político vaya al norte para chequeos médicos; si se le ocurriese hacérselos aquí, compraríamos una copia de su historia médica; así como en el pasado, se adquirían las grabaciones telefónicas hechas por la policía política. Se tienen escenas campesinas: locutores anunciando sus certificados de tales; pasajeros aplaudiendo el aterrizaje en Maiquetía, cuando vienen del exterior. Debemos repensar a Venezuela; pero no se otea el estriberón que nos ayudará a pasar el pantano que hemos creado.
Marcial Fonseca
jueves, 29 de enero de 1998
miércoles, 31 de diciembre de 1997
El solsticio de invierno y Rubén Monasterios
El Nacional - 31/12/1997
En su leída columna dominical, el pasado 21 de diciembre, Rubén Monasterios dice del solsticio de invierno, que por error se ``suponía que caía el 25 de ese mes'', en vez del 21 de diciembre. Hay una confusión, ese solsticio caía el 25 de diciembre desde la introducción del calendario juliano (siglo I antes de Cristo); pero como éste tenía un año más largo que el real, todos los eventos de referencias (solsticios y equinoccios) se fueron desplazando (un día cada 128 años). En el siglo IV, ya el solsticio de invierno estaba cayendo el 21 de diciembre, así como el equinoccio de primavera el 21 de marzo, en vez del 25. Esta fue la fecha que adoptó la Iglesia Católica como punto de cálculo para la Semana Santa. Pero como se seguía aplicando el calendario juliano, el corrimiento siguió ocurriendo y cuando llegamos al siglo XVI el equinoccio de primavera estaba sucediendo el 11 de marzo, el solsticio de invierno el 11 de diciembre. Ante lo embarazoso de la situación, la Iglesia Católica encomienda que se tomen cartas en el asunto. Gregorio XIII, en la famosa bula que decreta que del 4 de octubre pasáramos al 15 del mismo mes, lo que hizo fue llevar el equinoccio de primavera al 21 de marzo y el solsticio de invierno del 11/12 al 21/12. El resto de la reforma gregoriana hará que estas fechas de referencias se mantengan por unos 36 siglos.
Marcial Fonseca
En su leída columna dominical, el pasado 21 de diciembre, Rubén Monasterios dice del solsticio de invierno, que por error se ``suponía que caía el 25 de ese mes'', en vez del 21 de diciembre. Hay una confusión, ese solsticio caía el 25 de diciembre desde la introducción del calendario juliano (siglo I antes de Cristo); pero como éste tenía un año más largo que el real, todos los eventos de referencias (solsticios y equinoccios) se fueron desplazando (un día cada 128 años). En el siglo IV, ya el solsticio de invierno estaba cayendo el 21 de diciembre, así como el equinoccio de primavera el 21 de marzo, en vez del 25. Esta fue la fecha que adoptó la Iglesia Católica como punto de cálculo para la Semana Santa. Pero como se seguía aplicando el calendario juliano, el corrimiento siguió ocurriendo y cuando llegamos al siglo XVI el equinoccio de primavera estaba sucediendo el 11 de marzo, el solsticio de invierno el 11 de diciembre. Ante lo embarazoso de la situación, la Iglesia Católica encomienda que se tomen cartas en el asunto. Gregorio XIII, en la famosa bula que decreta que del 4 de octubre pasáramos al 15 del mismo mes, lo que hizo fue llevar el equinoccio de primavera al 21 de marzo y el solsticio de invierno del 11/12 al 21/12. El resto de la reforma gregoriana hará que estas fechas de referencias se mantengan por unos 36 siglos.
Marcial Fonseca
viernes, 5 de diciembre de 1997
El relevo de generaciones
El Nacional - 5/12/1997
Juan Antonio Pérez Urdaneta, en su carta El relevo generacional, del 29 de noviembre pasado, alaba las bondades del relevo generacional y menciona los ejemplos de las Fuerzas Armadas y Pdvsa, y luego pasa al campo político y exige que ``todos los ancianos'' entreguen el poder a los jóvenes. Me viene a la mente el caso de mi padre. De Duaca, de 73 años de edad y con la costumbre, desde hace unos 40 años, de correr todos los días entre 15 y 20 kilómetros por las pendientes de El Divoral, El Mamey y Tumaque. Gracias a esto, en las competencias locales se lleva el primer premio con sus 100 metros planos en 12 segundos. No hace mucho, un señor me pidió que hablara con mi padre para que se retirara de una competencia; de lo contrario, su hijo de 18 años no ganaría la prueba. Con la carta de Pérez Urdaneta, estoy pensando decirle que no compita más.
Marcial Fonseca
Juan Antonio Pérez Urdaneta, en su carta El relevo generacional, del 29 de noviembre pasado, alaba las bondades del relevo generacional y menciona los ejemplos de las Fuerzas Armadas y Pdvsa, y luego pasa al campo político y exige que ``todos los ancianos'' entreguen el poder a los jóvenes. Me viene a la mente el caso de mi padre. De Duaca, de 73 años de edad y con la costumbre, desde hace unos 40 años, de correr todos los días entre 15 y 20 kilómetros por las pendientes de El Divoral, El Mamey y Tumaque. Gracias a esto, en las competencias locales se lleva el primer premio con sus 100 metros planos en 12 segundos. No hace mucho, un señor me pidió que hablara con mi padre para que se retirara de una competencia; de lo contrario, su hijo de 18 años no ganaría la prueba. Con la carta de Pérez Urdaneta, estoy pensando decirle que no compita más.
Marcial Fonseca
sábado, 22 de noviembre de 1997
Comentarios a curioso calendario
El Nacional - 20/11/1997
José I. Núñez G., hurgando su Enciclopedia Universitas, y luego de consultar un almanaque perpetuo, descubrió que al jueves 4 de octubre de 1582 siguió viernes 15 de octubre del mismo año. La carta de Núñez presenta dos imprecisiones. Dice ``Ese viernes y por mera coincidencia, comenzó a regir el calendario gregoriano''. Esto no es así, ese cambio fue perfectamente estudiado. En efecto, ya la Iglesia Católica, en su Concilio de Trento (1545-1563) había autorizado al Papa Pablo III para que hiciera algo para corregir el desfase que presentaba el equinoccio de primavera con el 21 de marzo; pero no se atrevió a llevar a cabo la reforma. El Papa Gregorio XIII asumió la responsabilidad y, mediante bula papal de 24 de febrero de 1582, ordenó el cambio mencionado. ¨Por qué octubre? Porque era el mes que presentaba menos fiestas religiosas. La otra imprecisión es la de que añadió diez día a la fecha. Realmente eliminó diez días; de hecho, ese octubre tuvo 21 días y el año 1582 fue de 355 días.
Marcial Fonseca
José I. Núñez G., hurgando su Enciclopedia Universitas, y luego de consultar un almanaque perpetuo, descubrió que al jueves 4 de octubre de 1582 siguió viernes 15 de octubre del mismo año. La carta de Núñez presenta dos imprecisiones. Dice ``Ese viernes y por mera coincidencia, comenzó a regir el calendario gregoriano''. Esto no es así, ese cambio fue perfectamente estudiado. En efecto, ya la Iglesia Católica, en su Concilio de Trento (1545-1563) había autorizado al Papa Pablo III para que hiciera algo para corregir el desfase que presentaba el equinoccio de primavera con el 21 de marzo; pero no se atrevió a llevar a cabo la reforma. El Papa Gregorio XIII asumió la responsabilidad y, mediante bula papal de 24 de febrero de 1582, ordenó el cambio mencionado. ¨Por qué octubre? Porque era el mes que presentaba menos fiestas religiosas. La otra imprecisión es la de que añadió diez día a la fecha. Realmente eliminó diez días; de hecho, ese octubre tuvo 21 días y el año 1582 fue de 355 días.
Marcial Fonseca
miércoles, 1 de octubre de 1997
El reto
El Nacional - 1/10/1997
Pruebas en túneles de viento y simulaciones ergódicas en computadoras nefelibatas, han demostrado que la envergadura de las alas del abejorro, así como su peso y forma corporales, no son las más apropiadas para que pueda volar. Menos mal que el abejorro, no sabiendo leer, anda muy orondo volando por ahí.
Marcial Fonseca
Pruebas en túneles de viento y simulaciones ergódicas en computadoras nefelibatas, han demostrado que la envergadura de las alas del abejorro, así como su peso y forma corporales, no son las más apropiadas para que pueda volar. Menos mal que el abejorro, no sabiendo leer, anda muy orondo volando por ahí.
Marcial Fonseca
miércoles, 24 de septiembre de 1997
A casi 800 días del desastre informático
El Nacional - 24/9/1997
El 23-10-97 estaremos a 800 días del 2000, y además de la tinta consumida en las discusiones bizantinas sobre el inicio del próximo milenio, una ingente cantidad de dinero será gastada para enfrentar la inhabilidad de las computadoras de manejar adecuadamente el cambio de 1999 a 2000, por haberse tomado en el pasado la decisión de representar los años con dos dígitos, por lo que del 99 saltaremos al 1900. Se estima que el costo monetario será la friolera de unos 300 billones de bolívares, y como este dinero será drenado para resolver un problema, las empresas no verán aumentar su patrimonio.
Llegado el momento, quizás no haya mayores inconvenientes; pero si en una computadora, una solución no es implementada a tiempo, la máquina tendrá tres caminos a seguir. Primero, considerar la fecha inválida, por lo que posiblemente dé un error y por lo tanto habría intervención humana. Segundo, que tome el año como el 1900.
Tercero, que ejecute una acción descabellada. De ser el segundo camino, tendríamos situaciones kafkianas, no sólo para el común de los mortales, sino también para las empresas. Estas, en la actualidad, cuando tienen un problema con sus clientes por un mal funcionamiento informático, generalmente botan al gerente de computación; pero con la cuestión del 00, se espera una avalancha de demandas, sobre todo en EE UU, donde hay más abogados que ingenieros. Como el 1-1-2000 será sábado, y 1-1-1900 fue lunes, una computadora no actualizada le pagará a un trabajador, que labore ese fin de semana, un salario chucuto por ser tratado el domingo como martes. Para un banco, las bóvedas se le abrirán el domingo. Igualmente habrá dificultades al no ser tratado el 2000 como bisiesto, que sí lo es. Cosas tan cotidianas como el uso de los ascensores, cambio de luces de los semáforos, accesos a estacionamientos podrían hacerse inoperantes si sus respectivos controles se vuelven locos. De irse por el tercer camino, las situaciones pasarían de kafkianas a dantescas. Una planta termonuclear podría causar una catástrofe por una acción incorrecta de su control central. No pensemos en lo que pasaría con un avión o un submarino con cargas nucleares. Los proyectos acometidos para resolver este asunto tienen una característica: que son los únicos con una fecha de terminación impostergable.
No creemos que el Papa vaya a añadir días, así como una vez los quitó, ya que el equinoccio de primavera prácticamente no se ha movido; además de que quizás no tenga el poder suficiente. Octubre 97 es el momento más tardío para empezar a encarar este asunto, o de lo contrario no se estará preparado para el cambio de los dígitos. De paso, los computistas aprovecharán para corregir otros desarreglos con el calendario. Los surgidos por aquellas fechas cabalísticas (6-7-89; 7-7-77; etc.) que fueron usadas con significados específicos (no borrar; hoja de prueba, etc.). Hay un aspecto positivo para la gente del área: los salarios están empezando a subir por escasez de mano de obra.
Marcial Fonseca
El 23-10-97 estaremos a 800 días del 2000, y además de la tinta consumida en las discusiones bizantinas sobre el inicio del próximo milenio, una ingente cantidad de dinero será gastada para enfrentar la inhabilidad de las computadoras de manejar adecuadamente el cambio de 1999 a 2000, por haberse tomado en el pasado la decisión de representar los años con dos dígitos, por lo que del 99 saltaremos al 1900. Se estima que el costo monetario será la friolera de unos 300 billones de bolívares, y como este dinero será drenado para resolver un problema, las empresas no verán aumentar su patrimonio.
Llegado el momento, quizás no haya mayores inconvenientes; pero si en una computadora, una solución no es implementada a tiempo, la máquina tendrá tres caminos a seguir. Primero, considerar la fecha inválida, por lo que posiblemente dé un error y por lo tanto habría intervención humana. Segundo, que tome el año como el 1900.
Tercero, que ejecute una acción descabellada. De ser el segundo camino, tendríamos situaciones kafkianas, no sólo para el común de los mortales, sino también para las empresas. Estas, en la actualidad, cuando tienen un problema con sus clientes por un mal funcionamiento informático, generalmente botan al gerente de computación; pero con la cuestión del 00, se espera una avalancha de demandas, sobre todo en EE UU, donde hay más abogados que ingenieros. Como el 1-1-2000 será sábado, y 1-1-1900 fue lunes, una computadora no actualizada le pagará a un trabajador, que labore ese fin de semana, un salario chucuto por ser tratado el domingo como martes. Para un banco, las bóvedas se le abrirán el domingo. Igualmente habrá dificultades al no ser tratado el 2000 como bisiesto, que sí lo es. Cosas tan cotidianas como el uso de los ascensores, cambio de luces de los semáforos, accesos a estacionamientos podrían hacerse inoperantes si sus respectivos controles se vuelven locos. De irse por el tercer camino, las situaciones pasarían de kafkianas a dantescas. Una planta termonuclear podría causar una catástrofe por una acción incorrecta de su control central. No pensemos en lo que pasaría con un avión o un submarino con cargas nucleares. Los proyectos acometidos para resolver este asunto tienen una característica: que son los únicos con una fecha de terminación impostergable.
No creemos que el Papa vaya a añadir días, así como una vez los quitó, ya que el equinoccio de primavera prácticamente no se ha movido; además de que quizás no tenga el poder suficiente. Octubre 97 es el momento más tardío para empezar a encarar este asunto, o de lo contrario no se estará preparado para el cambio de los dígitos. De paso, los computistas aprovecharán para corregir otros desarreglos con el calendario. Los surgidos por aquellas fechas cabalísticas (6-7-89; 7-7-77; etc.) que fueron usadas con significados específicos (no borrar; hoja de prueba, etc.). Hay un aspecto positivo para la gente del área: los salarios están empezando a subir por escasez de mano de obra.
Marcial Fonseca
viernes, 12 de septiembre de 1997
El año cero y Dionisio el Enano
El Nacional - 12/9/1997
El año cero, por su relación con el inicio del s.XXI, es una de las tantas polémicas que ha generado la llegada del 2000. Su existencia está ligada a la manera cómo el monje Dionisio el Enano ( Dionysius Exiguus, latín, o Dennis the Little o Dennis the Humble, inglés), fechó las tablas para cálculo de la Semana Santa. Tenía que haber usado la costumbre de la época, s.VI, de fechar basado en el comienzo del período de Diocleciano, cruel perseguidor de los cristianos. Dionisio el Pequeño decidió tomar como referencia el primer año de la vida de Jesucristo, que ubicó en el año 754 AUC ( Anno Urbis Conditae, desde la fundación de la ciudad de Roma), y como los años del calendario no se cuentan, se bautizan: los denominó 1 AD ( Anno Domini, Año del Señor), para nosotros 1 dC (después de Cristo). Y usó un bautismo fácil y lógico: números ordinales para tener un ordenamiento natural de los años (*). No se preocupó mucho del año anterior. Dionisio el Humilde, tomó erróneamente, como fecha de nacimiento de Cristo, el 25.12.753 AUC; es decir, el año anterior al 1 dC. Hubo de transcurrir casi un milenio, para que el 753 AUC empezara a llamarse 1 aC (antes de Cristo), y que su ordenamiento fuera en sentido contrario (...; 4 aC; 3 aC; 2 aC; 1 aC; 1 dC; 2 dC;...). Esto causaría dificultades, sobre todo para operaciones aritméticas que cruzan la frontera aC/dC. Los astrónomos, por ejemplo, recurren al subterfugio de considerar a 1 aC (753 AUC) como 0; a 2 aC como -1; a 3 aC como -2, etc. Aun con la argucia 1 aC igual cero; el s. I dC va desde 1 dC hasta 100 dC; ergo, el s. XXI comprende los años 1901 al 2000. Como dijo alguien: ``digámosle adiós a tan exiguo año cero''. (*) El año que estamos viviendo se llama milésino noningentésimo nonagésimo séptimo; familiarmente 1997, y respetamos su ordinalidad, escribiéndolo sin punto.
Marcial Fonseca
El año cero, por su relación con el inicio del s.XXI, es una de las tantas polémicas que ha generado la llegada del 2000. Su existencia está ligada a la manera cómo el monje Dionisio el Enano ( Dionysius Exiguus, latín, o Dennis the Little o Dennis the Humble, inglés), fechó las tablas para cálculo de la Semana Santa. Tenía que haber usado la costumbre de la época, s.VI, de fechar basado en el comienzo del período de Diocleciano, cruel perseguidor de los cristianos. Dionisio el Pequeño decidió tomar como referencia el primer año de la vida de Jesucristo, que ubicó en el año 754 AUC ( Anno Urbis Conditae, desde la fundación de la ciudad de Roma), y como los años del calendario no se cuentan, se bautizan: los denominó 1 AD ( Anno Domini, Año del Señor), para nosotros 1 dC (después de Cristo). Y usó un bautismo fácil y lógico: números ordinales para tener un ordenamiento natural de los años (*). No se preocupó mucho del año anterior. Dionisio el Humilde, tomó erróneamente, como fecha de nacimiento de Cristo, el 25.12.753 AUC; es decir, el año anterior al 1 dC. Hubo de transcurrir casi un milenio, para que el 753 AUC empezara a llamarse 1 aC (antes de Cristo), y que su ordenamiento fuera en sentido contrario (...; 4 aC; 3 aC; 2 aC; 1 aC; 1 dC; 2 dC;...). Esto causaría dificultades, sobre todo para operaciones aritméticas que cruzan la frontera aC/dC. Los astrónomos, por ejemplo, recurren al subterfugio de considerar a 1 aC (753 AUC) como 0; a 2 aC como -1; a 3 aC como -2, etc. Aun con la argucia 1 aC igual cero; el s. I dC va desde 1 dC hasta 100 dC; ergo, el s. XXI comprende los años 1901 al 2000. Como dijo alguien: ``digámosle adiós a tan exiguo año cero''. (*) El año que estamos viviendo se llama milésino noningentésimo nonagésimo séptimo; familiarmente 1997, y respetamos su ordinalidad, escribiéndolo sin punto.
Marcial Fonseca
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