martes, 12 de febrero de 2008

Viveza estudiantil

El Mundo / Martes / Caracas , 12 de Febrero de 2008

A Gustavo Véliz, por la idea Las cuatro jóvenes aceptaban que para sobrevivir les bastaba con lo que aprehendían de las peroratas de los profesores; en cuanto cómo aprobar exámenes, en bachillerato desarrollaron verdaderas habilidades. Cuando ingresaron a la universidad, inmediatamente entendieron que había que tener novios para que les hicieran los trabajos que les mandaban para la casa. Sin embargo, no podían olvidar su ingenio porque todavía había profesores con la vieja costumbre de hacer exámenes. Siguieron portándose a la altura de las circunstancias, aunque a veces causaban daños como cuando en una prueba de estadísticas se sentaron detrás del mejor estudiante de la clase. La primera le pidió que la ayudara con las preguntas 3 y 4, las más difíciles; el muchacho le pasó su hoja con las respuestas... El profesor anunció que se había acabado el tiempo y que fueran depositando las pruebas en su escritorio. El joven a sovoz dijo, Pásame mi hoja, ella no contestó, Mira, dame la hoja... Pásamela... No la tengo. La tenía un alumno sentado frente al profesor; así que el mejor del salón sacó la menor nota. Una vez, en una prueba de Desarrollo del Yo, faltando poco para entrar al aula las cuatro estudiantes se debatían en qué hacer. Está claro, decía una, que no podemos presentar examen así sin protección, con apenas 15 alumnos, nos separará y no podremos desplegar nuestras habilidades, Faltan 10 minutos para entrar, Primero que todo, no nos dejemos ver del profesor, No presentemos, eso nos permitirá ver cómo es el examen de hoy, Qué diremos, Estoy pensando... Quedan 30 minutos de examen, dijo alarmada una de ellas, Vénganse conmigo, vayamos a mi carro. Una vez en el estacionamiento les ordenó que pasaran las manos por los cauchos y se ensuciaran. Se presentaron ante el profesor, Cómo está, saludó una de ellas. Están llegando un poco tarde, contestó él, restan 10 minutos de prueba, No lo va a creer, veníamos de Duaca, en el camino se nos espichó un caucho; no conseguíamos llave cruz, pero usamos una llave ele, por fin alguien nos ayudó y aquí estamos; Bueno, ahora creo que no es posible; Por supuesto, profesor, otro día, Está bien, las veo aquí pasado mañana a las 3 de la tarde. Las muchachas consiguieron la prueba presentada. Llegó el día. El profesor las saludó, Bueno, empecemos, cada una de ustedes se sentará mirando una esquina; y son sólo dos preguntas, primera, de 5 puntos, efectos de mentir en nuestro yo; segunda, de 15 puntos, cuál fue el caucho que se les espichó.

Marcial Fonseca