domingo, 15 de noviembre de 1998

El estirador

El Nacional - 15/11/1998

A mi padre, por la idea Como uno de los tantos personajes del Barquisimeto de ayer, el vecindario era su mundo. Pero cuando ejercía el oficio de estirador de zapatos, por lo inmenso de sus pies, se aventuraba fuera del barrio y llegaba al centro; donde vivía su novia de pensamiento. Recorría toda la calle; y aunque ella no notaba su presencia, él caminaba orgullosamente calzado. Cuando el caballo se paró en su ventana, sabía que tenían que ser unos zapatos finos. El joven le dijo que le pagaría tres lochas, en vez de medio, para que no se los quitara durante dos días, ni siquiera para dormir. De paso, le dio un par de medias. Esa tarde visitó a su novia; que como siempre no lo vio. Ya de noche, no tuvo problemas para dormir con los zapatos puestos. Al día siguiente, se admiró de ver la casa de su amada humildemente adornada. Se sorprendió cuando vio entrar al dueño de los zapatos al hogar de su Dulcinea. -¿El vive ahí?- preguntó tímidamente. -No, se casa mañana con la damita- contestó alguien. Por la tarde, el estirador y su tristeza ya habían abandonado la ciudad; y en la boda, los invitados no entendieron porqué el joven se casaba alpargatado.

Marcial Fonseca

domingo, 4 de octubre de 1998

...del tren de Duaca

El Nacional - 4/10/1998

En el andén de la estación de ferrocarril Bolívar, de Barquisimeto, mayo de 1926, dos amigos compran pasajes para Duaca. -Mire compa -señalando con la boca- ¿Y ese taparo quién es? -Ese es Antonio Alamo, un ministro -¿Y el jurungo que está con él? -Del Ferrocarril Bolívar *. El Gobierno firmó un contrato con ellos. Deben de estar haciendo un recorrido. Los pasajeros abordan los vagones. Al llegar a El Eneal, son informados de que hay un problema con la locomotora y que, mientras la reemplazan, que se ubiquen en la sala. -Qué pena con esos taparos. -Verdad que sí. Echarse a perder cuando ellos están viajando; menos mal que van en primera clase. -Atención -grita un empleado- los de segunda clase, pasar por la taquilla para devolverles el dinero. -Compa, eso es para impresionar al ministro. Bueno, un cachete no nos cae mal. Hecho el cambio, cuatro policías suben y el viaje es reanudado. Empieza el ascenso de Duaca, por cierto, inusualmente lento. A la altura de Rey Dormido, el tren se desmaya y los policías entran al vagón de segunda clase. -A bajarse todo el mundo -conminan a los pasajeros- que tienen que empujar. C.W. Huctchings

Marcial Fonseca

miércoles, 9 de septiembre de 1998

Lógica del ignorante

El Nacional - 9/9/1998

El (o ella): Cada tres minutos, un hombre es apuñalado Ella (o él): Pobrecito, van a terminar matándolo El hombre, en cuanto ser superior, siempre ha recurrido a un marco de referencia para simular la realidad. Este patrón le ha servido para predecir el comportamiento del mundo circundante. Lamentablemente, la tendencia es agarrar el rábano por las hojas, reemplazar la realidad por el marco. Esta inversión constituye la lógica del ignorante. Si la referencia elude la realidad, ésta es la equivocada. Al decir que la emisión de billetes de alta denominación trae inflación, en vez de al revés, estamos confundiendo la realidad con el modelo. Vacaciones y aviones llenos, y se preguntan dónde está la crisis, sin percatarse de que hay menos vuelos. Si alguien come, hace el amor y muere en el acto sexual, comer y hacer el amor produce la muerte. Si alguien muere de un infarto mientras ve televisión, nadie infiere que ver la tele produce infartos. A propósito, y no del 2000, comer y hacer el amor no mata, siempre y cuando se haga sin mucha emoción, es decir, sólo con la esposa.

Marcial Fonseca

jueves, 6 de agosto de 1998

Misterio

El Nacional - 6/8/1998

Estaban dos amigos charlando de los espantos y aparecidos que poblaban la comarca. Hablaron de la Llorona, de la que se montaba en los carros sin permiso del chofer, del Silbón, etc. Luego, las vivencias. -En una de mis guardias nocturnas, un señor vestido de negro rezaba a los pies de un enfermo grave. Días después, el paciente estaba bien. Les comento a los familiares que las oraciones del visitante lo habían sanado. Me dicen que nadie lo visitó. Les hablé del señor de negro, y nos dimos cuenta de que se trataba de José Gregorio Hernández. Otra. En Barquisimeto, una muchacha me pide la cola hasta Duaca. La dejo en su casa, arranco y noto que dejó la cartera. Regreso para devolvérsela y una señora me muestra una foto de la joven, que había muerto 15 años atrás. ¿Qué le parece? -Bueno, a mí me pasó algo misterioso también. Una noche tropiezo con un perro, que reacciona y me espeta: "no me pises o te muerdo". -Mire, ¿usted cómo que me vio cara de bolsa? -¡Ah!, yo sí tengo cara de pendejo y tengo que calarme sus misterios, cuando es más fácil que un perro hable, al menos tiene cuerdas vocales, a que los muertos, putrefactos, anden por ahí.

Marcial Fonseca

jueves, 9 de julio de 1998

La foto

El Nacional - 9/7/1998

Un lunes por la noche, en una Caracas amodorrada, iniciaba su primer recorrido, luego de largos meses fuera de su hogar. Todo el fin de semana estuvo celebrando, con sus familiares y amigos, la culminación del curso de seis meses en la Escuela de la Policía Metropolitana. En la fresca brisa caraqueña y sin la presión de los instructores de la academia, quería probar lo aprendido. Por eso, cuando la viejita le dice que hay un joven sospechoso, apoyado en un lujoso carro, se dirige hacia él, y desde atrás llama su atención para que se voltee. El joven se gira, y al ver al policía, sale corriendo. En sacar el revólver con gran destreza, en disparar e inmediatamente informar a sus superiores de que había matado a un presunto ladrón, demostraban que sí había asimilado las lecciones. Iniciadas las averiguaciones, lo que primero sale a la luz pública es que el edificio donde vivía el agente, era también residencia, desde hacía cuatro meses, de la víctima. Quizás hoy estuviera viva, si en cada una de sus visitas furtivas hubiesen escondido la foto que estaba en la mesita de noche.

Marcial Fonseca

jueves, 11 de junio de 1998

¿Otra reforma del calendario?

El Nacional - 11/6/1998

En el tercer milenio, quizás vuelva la idea de una reforma del calendario, para enderezar los entuertos que le surgieron cuando Constantino, en el siglo IV, introdujo la semana de siete días. Antes, se tenía un almanaque perpetuo. Después, un año corriente sería de 52 semanas y un día; esto significa, por ejemplo, que 1998 empezó un jueves y terminará un jueves. Hay dos tendencias reformatorias. Una consiste en un esquema de 12 meses, y trimestres con meses de 31, 30 y 30 días. La otra, en 13 meses de 28 días. En ambas, el año sería de 364 días, e intercalarían, la víspera de año nuevo, un día neutro: Sin nombre ni fecha asociados, para llegar a los 365 días. El día bisiesto sería neutro, entre el primer y segundo semestres. Si uno de ellos fuese adoptado el domingo 1 de enero del 2006, las fechas sufrirán cambios menores: por ejemplo, Bolívar nace el 23 de julio en el primero y el 9 del octavo mes, en el segundo. En general, la aceptación ha sido débil; los judíos se oponen porque el día neutro les rompería su ciclo sagrado de 7 días. Este fue uno de los argumentos opositores de Estados Unidos, cuando el tema fue tratado en las Naciones Unidas, en 1955.

Marcial Fonseca

domingo, 17 de mayo de 1998

Origen de las religiones

El Nacional - 17/5/1998

Es interesante ver el origen común de las tres principales religiones; sobre todo ahora, que a falta de polos ideológicos, los hombres están dirimiendo sus diferencias a través de ellas. Milenios atrás, vivían varios pueblos en lo que es hoy día el Cercano Oriente. Creían en varios dioses simultáneamente. Un líder, Moisés, aglutina a su pueblo alrededor de un Dios único y poderoso, con lo que da paso a la concepción monoteísta y nace el judaísmo. Su esperanza, la llegada de un Mesías. Como en una profecía autocumplida, el hombre de Galilea se proclama Mesías; y lógicamente, no fue aceptado como tal por la clase dirigente. Su labor fue tan extraordinaria, que sus seguidores conquistan el Imperio Romano en apenas tres siglos. Nace el cristianismo. Su esperanza, la parusía; esto es, Cristo regresará. Los vecinos de los judíos, los árabes, seguían sin sentar cabeza, y en el siglo VII surge un líder, Mahoma, que introduce el monoteísmo entre sus congéneres y brota el islamismo. Como estaban diezmados, introduce la poligamia. Su esperanza, un paraíso celestial, con huríes incluidas, para quienes luchen y mueran por su religión.

Marcial Fonseca

martes, 10 de marzo de 1998

Llegada del año 1000

El Nacional - 10/3/1998

En las postrimerías del siglo XX, quizás sea interesante ver cómo fue recibido el año 1000. Como siempre, hay dos historias, la dorada y la negra; la real y la falsa. Esta última habla de locuras colectivas. De protestantes, más fanáticos que imparciales, propagando la idea de que los curas obligaban a la gente a vender sus propiedades a la Iglesia Católica. De países, como Islandia, convirtiéndose al cristianismo, al toque de la última campanada. Esta versión apareció durante el Renacimiento, inventada por los escritores de esa época, por razones tan discriminatorias como las racistas de hoy que arguyen que las pirámides fueron construidas por extraterrestres. La real, la verdadera, revela un comportamiento de lo más cotidiano. Los problemas típicos de la época. El mismo temor atávico de algunas personas ignorantes ante un hecho natural, como una eclipse, por ejemplo. En algo sí nos ganaron nuestros ancestros, no perdieron el tiempo, como nosotros, en discusiones bizantinas sobre el fin del primer milenio. Este terminaba el 31-12-1000. Estaban muy claros. ( Annus incarnationis domini millesimus exeuntes ).

Marcial Fonseca

jueves, 29 de enero de 1998

Más menudencias que infestan a Venezuela

El Nacional - 29/1/1998

Con una Venezuela pitorreándose las instituciones que ha adoptado, el país no luce como una nación seria. Sigamos viendo ciertas menudencias. Los fiscales entorpecen el tránsito en las autopistas de la capital. Una alcaldesa bautiza una calle con el nombre de un pelotero, que ojala no meta la pata como el futbolista argentino. A veces nos autodiagnosticamos y nos damos esperanzas. Los análisis sobre el comportamiento suizo del pueblo en el Metro, arrojan que sí podemos, cuando realmente estamos asustados por andar por las entrañas de la tierra. Actuando como caballeros, en vez de como lo que somos, criticamos que un político vaya al norte para chequeos médicos; si se le ocurriese hacérselos aquí, compraríamos una copia de su historia médica; así como en el pasado, se adquirían las grabaciones telefónicas hechas por la policía política. Se tienen escenas campesinas: locutores anunciando sus certificados de tales; pasajeros aplaudiendo el aterrizaje en Maiquetía, cuando vienen del exterior. Debemos repensar a Venezuela; pero no se otea el estriberón que nos ayudará a pasar el pantano que hemos creado.

Marcial Fonseca