sábado, 18 de marzo de 2006

Mensajes del compadre

El Mundo - 18/03/2006

Era muy quisquilloso en su relación con los muertos; además de respetarlos, esperaba de ellos que le hicieran ganar en las loterías cuando cumplían años de fallecidos o de edad. La muerte del compadre le planteaba una situación incómoda; así que decidió consultar con la viuda. Después de la primera noche, luego que todos los visitantes se habían ido, habló con ella. Sí, contestó la comadre, puede cobrar el cheque, ese es un dinero que mi marido le prestó y no veo ningún inconveniente en que lo haga efectivo, así esté muerto. Él se sintió aliviado. Mientras la cajera hacía las verificaciones de rigor, él se fijó que las tres últimas cifras del cheque, 231, coincidían con la fecha del entierro del compadre, veintitrés de enero. Con el dinero en la mano, se fue a una agencia de lotería. Se alegró cuando vio que habían salido los números 132, 213, 123; era claro que el finado le estaba enviando mensajes del más allá y como creyente que era, había que sacarle provecho. El día de la última noche le comunicó a la viuda que el compadre quería decirles algo para que ganaran en las loterías y que había que estar pendiente. Ella no sabía qué hacer y él le prometió que la ayudaría. Para probar su teoría, hoy tendría que salir el 09 por ser el fin del novenario; la señora le dio 20.000 bolívares para que se los jugara. Bien temprano en la mañana chequeó los números y su sorpresa fue que la lotería local había botado el 019; 109 y el 091; sólo acertó el segundo triple, fue a visitar a su comadre. Fíjese, le dijo, esto es el compadre; pero no sé de dónde salió ese 1; ella comentó que quizás se debía a que ese era el primer novenario porque su suegra le está haciendo otro en Duaca. Ahora entiendo, mire, debemos tomar esto en serio; nomás dígame cuando sueñe con él; ahí nos afincaremos pero tiene que recordar bien lo soñado; No se preocupe, lo haré. Pasaron los días; cuando finalizó lo de Duaca, salieron 029; 092; 299 y el 018. El compadre logró que la viuda se ganaran más de medio millón. Luego de tres meses, ella soñó con su esposo. Cuénteme nomás, comadre; Yo estaba secándome el pelo; mi esposo entró en la habitación y luego se sentó en el borde de la cama; no estaba muerto porque hablamos de cosas del pasado, del matrimonio de nuestro hijo, etc., Pareciera que es el 48. Quiso saber si se le veían los pies. No, por qué; Bueno, muerto que habla 48; pero si se les ven los pies, 50, No, no se los vi. Comadre, a jugar y luego a cobrar. Ella le dio lo que se había ganado la vez anterior. Apostó toda las corridas del 48 con sus permutas. El compadre se fue a visitarla y a esperar los resultados por radio. Quedaron pasmados cuando su lotería anunció 604 y 460. Ella no creía y él tampoco. Mire, cuénteme otra vez el sueño, hay algo que no entiendo, el compadre ha estado enviando señales muy claras; Ya le dije, yo estaba… cuando él entró en el cuarto y se sentó en el…; Espere comadre, espere, claro, ahí está, fíjese, entró en el cuarto, me confundí cuando usted dijo la otra vez habitación, ese es el 4, luego se sentó, se sentó, sesentó es el masculino cabalístico de 60; disculpe comadre, fui yo que no supo interpretar el sueño.

Marcial Fonseca

sábado, 4 de marzo de 2006

El inexorable destino

El Mundo - 04/03/2006

Como toda chica moderna, se despertaba con la agenda de su celular, e igual que todos los días de clase, el bip bip se activó a las seis de la mañana. Y como joven enamorada, luego de desactivar la alarma, le envió un mensaje de buenos días y de te amo a su novio. Después de leer la respuesta de su amado, se levantó para enfrentar el día sin saber que éste no sería como cualquier otro porque el destino maquinaba algo contra ella. Se fue al baño, hizo sus abluciones matinales y ya las trampas que la estaban esperando en la calle se empezaron a armar. Del estuche de los cosméticos buscó los colores alegres que siempre se aplicaba y allá afuera, su destino había dispuesto el carro accidentado con el que chocaría en la primera curva, si tomaba ese camino. Y era que por lo destartalado de su automóvil, no tenía muchas opciones de enrutamiento hacia la universidad. Salió de su cuarto, y se fue al comedor donde el desayuno estaba servido. Mientras comía; en la segunda posible ruta, de las tres que usaba, ya había una mancha de aceite que la haría perder el control y caer por un precipicio. El destino urdía bien sus cosas; ella seguía tranquila, su energía interior no le advertía de ningún peligro. Le dijo a su madre que hoy vendría temprano, y en verdad que así sería, pero regresaría muerta. El padre se incorporó al desayuno; y la tercera y última trampa estaba tendida; su viejo fíat perdería los frenos en la leve subida de la tercera ruta, pero mucha pendiente para un viejo carro, y chocaría contra un camión del aseo que estaría mal estacionando. Y no eran necesarios más señuelos. Había una cuarta ruta en sentido contrario a las otras tres, que era por donde vivía el novio, pero que ella nunca tomaba por lo pronunciado del camino; era más corta, pero su cacharrito nunca subiría. Se despedía de sus progenitores, en sentido literal, cuando repicó el cantv, era su novio; le dijo a ella que a partir de hoy el viejo y cuidado mustang amarillo y descapotable de su padre sería suyo y que la pasaría recogiendo para después de las clases celebrar en un motel. En minutos llegó, saludó a los suegro, y partieron por la misma ruta porque este carro sí podía subir las cuestas sin problemas. Iban muy contentos; en el único semáforo de la vía se pararon a pesar de que por la hora no había más vehículos. A su lado se detuvo una moto. De repente el acompañante del motorizado sacó una pistola y le pidió que saliera del carro y que lo dejara prendido; el novio no reaccionaba, la muchacha simplemente gritó ¡No se lo pueden llevar! El disparo salió sin advertencias, los de la moto huyeron; el joven trató de hacer algo por su novia, pero ya era tarde. ¡Coño!, por qué lo hiciste, por qué lo hiciste, preguntó el malandro que conducía la moto; No sé, fue la repuesta asustada del compinche, teníamos un asunto entre hombres, y cuando ella habló me pareció que estaba fuera de lugar, que no debía estar ahí; además, concluyó, tú sabes que estas fucas son muy celosas.

Marcial Fonseca