sábado, 4 de marzo de 2006

El inexorable destino

El Mundo - 04/03/2006

Como toda chica moderna, se despertaba con la agenda de su celular, e igual que todos los días de clase, el bip bip se activó a las seis de la mañana. Y como joven enamorada, luego de desactivar la alarma, le envió un mensaje de buenos días y de te amo a su novio. Después de leer la respuesta de su amado, se levantó para enfrentar el día sin saber que éste no sería como cualquier otro porque el destino maquinaba algo contra ella. Se fue al baño, hizo sus abluciones matinales y ya las trampas que la estaban esperando en la calle se empezaron a armar. Del estuche de los cosméticos buscó los colores alegres que siempre se aplicaba y allá afuera, su destino había dispuesto el carro accidentado con el que chocaría en la primera curva, si tomaba ese camino. Y era que por lo destartalado de su automóvil, no tenía muchas opciones de enrutamiento hacia la universidad. Salió de su cuarto, y se fue al comedor donde el desayuno estaba servido. Mientras comía; en la segunda posible ruta, de las tres que usaba, ya había una mancha de aceite que la haría perder el control y caer por un precipicio. El destino urdía bien sus cosas; ella seguía tranquila, su energía interior no le advertía de ningún peligro. Le dijo a su madre que hoy vendría temprano, y en verdad que así sería, pero regresaría muerta. El padre se incorporó al desayuno; y la tercera y última trampa estaba tendida; su viejo fíat perdería los frenos en la leve subida de la tercera ruta, pero mucha pendiente para un viejo carro, y chocaría contra un camión del aseo que estaría mal estacionando. Y no eran necesarios más señuelos. Había una cuarta ruta en sentido contrario a las otras tres, que era por donde vivía el novio, pero que ella nunca tomaba por lo pronunciado del camino; era más corta, pero su cacharrito nunca subiría. Se despedía de sus progenitores, en sentido literal, cuando repicó el cantv, era su novio; le dijo a ella que a partir de hoy el viejo y cuidado mustang amarillo y descapotable de su padre sería suyo y que la pasaría recogiendo para después de las clases celebrar en un motel. En minutos llegó, saludó a los suegro, y partieron por la misma ruta porque este carro sí podía subir las cuestas sin problemas. Iban muy contentos; en el único semáforo de la vía se pararon a pesar de que por la hora no había más vehículos. A su lado se detuvo una moto. De repente el acompañante del motorizado sacó una pistola y le pidió que saliera del carro y que lo dejara prendido; el novio no reaccionaba, la muchacha simplemente gritó ¡No se lo pueden llevar! El disparo salió sin advertencias, los de la moto huyeron; el joven trató de hacer algo por su novia, pero ya era tarde. ¡Coño!, por qué lo hiciste, por qué lo hiciste, preguntó el malandro que conducía la moto; No sé, fue la repuesta asustada del compinche, teníamos un asunto entre hombres, y cuando ella habló me pareció que estaba fuera de lugar, que no debía estar ahí; además, concluyó, tú sabes que estas fucas son muy celosas.

Marcial Fonseca