El Nacional - 1/10/1997
Pruebas en túneles de viento y simulaciones ergódicas en computadoras nefelibatas, han demostrado que la envergadura de las alas del abejorro, así como su peso y forma corporales, no son las más apropiadas para que pueda volar. Menos mal que el abejorro, no sabiendo leer, anda muy orondo volando por ahí.
Marcial Fonseca