Ellos siempre salían en un viejito willys, azul ya descolorido. Como ya no estaba para mucho trote, el carrito, siempre les estaba echando vainas. Pero lo más problemático de las averías era el triángulo de seguridad, que no tenían y unas charamizas hacían el papel. Una vez, luego de cobrado el aguinaldito, compraron uno. Muy ufanos lo guardaron debajo del asiento del conductor. A los días se vieron en la necesidad de utilizarlo. No conseguían el problema y la noche se acercaba; pero luego el carro prendió. Muy alegre iban llegando a Duaca cuando mi papa le pregunta a mama, Enoe, que así se llamaba, tú recogiste el triángulo, Ay no, Antonio, lo dejamos. Sin tener que esperar diciembre, se compraron otro. Ahora fue una llanta; lo malo era la lluvia y que el gato no era muy bueno; pero antes de que se les durmieran las rodillas, cambiaron el caucho; no tuvieron que llegar a Duaca para descubrir que ese otro triángulo también se había perdido. Mi padre, muy inteligente él, se compró otro, pero le puso un guaral de 20 metros de largo y el otro extremo lo ató a una de las patas de los asientos anteriores. Claro, también olvidaban recogerlo; pero al menos hacía ruido, y no se les perdió ninguno otro.
domingo, 20 de noviembre de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
Cialis
Tenía razón su compinche, todos estarían coritos en la playa, inclusive los empleados del exclusivo resort que los atendían. Este seria su último robo; de ahora adelante viviría de sus hijos. Entró al lobby, no había nadie y le fue fácil llegar a las habitaciones; consiguió 12 blackberrys; 8 rolex, más de 7.000 bolívares fuertes y un hermoso bolso de cuero. Ya en planta baja, cuando quiso escabullirse, una empleada, con solo su peineta multicolor, lo sorprendió, Venga, lo ayudo a desnudarse. Negarse era descubrirse; así que puso el bolso en el piso; cuando ella empezó a manipular los pantalones se arrepintió de haber usado la pastilla de las 36 horas; sus hormonas empezaron a trabajar y ella empezó a gritar, Un pervertido, un pervertido. Vinieron los de la playa; descubrieron que era un ladrón y le dieron senda coñaza.
Marcial Fonseca
Marcial Fonseca
viernes, 4 de marzo de 2011
El veneficio
La anciana le advirtió, Su novia anda en malos pasos y no le dio más explicaciones. No entendía cómo la acusaba de casquivana si en apenas tres meses de noviazgo, los besos eran inocuos, las manos no podían caminar. Pero estaría equivocado. Ya en diciembre le dijo que la recogería para la primera misa de aguinaldo; ella le dijo que no, que la buscara para la sexta misa. Llegó de madrugada, toda la casa estaba oscura; pero la puerta principal de la calle estaba entreabierta. Le pareció extraño aun así entró con mucho cuidado, sintió un fuerte olor a mirra y estoraque. Oyó como una especie de mantra en el solar, prestó atención y se percató de que ella estaba murmurando su nombre. Se acercó, ella estaba desnuda en medio de un círculo. Lo dedujo todo, 21 de diciembre, solsticio de invierno; en medio del circulo una estrella de David. Entendió que le estaba haciendo un veneficio; la anciana tenía razón, sí andaba en malos pasos.
Marcial Fonseca
Marcial Fonseca
Curiosidad fonética
Una curiosidad del idioma: una palabra que podemos pronunciar pero no escribir; y hasta ahora la RAE no ha le ha prestado atención, y quizás no le pare por ser de poco uso. Veamos. Cuando queremos decir en modo imperativo singular las expresiones pedirle, decirle, pegarle, simplemente decimos pídele, dile o pégale; son correctas pedile, decile, pegale; pero ahora nos interesa la primera forma. El problema se nos presenta con la expresión salirle. El blog Un Aracnido Una Camiseta hizo la consulta apropiada y la respuesta fue que oralmente es posible el imperativo sal le (decimos sal le al paso a ese problema). Sin embargo, al escribirlo, las normas exigen que el le se suelde al verbo (pegale, tocale, etc.); pero en sal le seria salle, que es otra palabra. Hay muchas propuestas: ir al voseo: salile al paso; o circuirlo: sal al paso de Pedro. Unos han aconsejado que se intercale una h o una e: salhle, sálele o usar la l germinada del catalán, sal.le; o que se diga sarle al paso. Bueno, lo cierto es LA RAE no esta interesada en esta pequeña curiosidad.
Marcial Fonseca
Marcial Fonseca
lunes, 24 de enero de 2011
¿Por qué mataron a Manuel Figuerái?
¿Por qué mataron a Manuel Figuerái?
En el presente volumen volvemos a encontrar al inefable comisario F. Seamol, todavía arrepentido del uso que hizo en el pasado de los interrogatorios despiadados y más convencido de que un crimen sí podía ser develado usando la inteligencia para hilvanar toda la información recabada, tal como sucedía en los libros policiales que había leído. Ahora, con base en los reportes de las escenas de dos asesinatos y escudriñando las andanzas de las víctimas, el comisario llegará a descubrir una sutil forma de corrupción en un caso, y en el otro, cómo la simple huella de una lectura de prensa lo llevará al culpable. Disponible en Amazon.com
En el presente volumen volvemos a encontrar al inefable comisario F. Seamol, todavía arrepentido del uso que hizo en el pasado de los interrogatorios despiadados y más convencido de que un crimen sí podía ser develado usando la inteligencia para hilvanar toda la información recabada, tal como sucedía en los libros policiales que había leído. Ahora, con base en los reportes de las escenas de dos asesinatos y escudriñando las andanzas de las víctimas, el comisario llegará a descubrir una sutil forma de corrupción en un caso, y en el otro, cómo la simple huella de una lectura de prensa lo llevará al culpable. Disponible en Amazon.com
domingo, 23 de enero de 2011
El Visitante, la Viuda Negra y otros textos.
El Visitante, la Viuda Negra y otros textos.
Este volumen recoge los artículos de prensa publicados en El Nacional, TAL CUAL y El Mundo, además de tres textos inéditos en papel, El Visitante, Quien pega primero pega dos veces y Cuento policial en dos tiempos. Los relatos han sido clasificados en de conocimiento, trece, de opinión y reflexión, doce, y en simples relatos o cuentos cortos, treinta y nueve; entre estos últimos, incluidos los inéditos.
Este volumen recoge los artículos de prensa publicados en El Nacional, TAL CUAL y El Mundo, además de tres textos inéditos en papel, El Visitante, Quien pega primero pega dos veces y Cuento policial en dos tiempos. Los relatos han sido clasificados en de conocimiento, trece, de opinión y reflexión, doce, y en simples relatos o cuentos cortos, treinta y nueve; entre estos últimos, incluidos los inéditos.
sábado, 22 de enero de 2011
Habitación 26
Habitacion 26
Marcial Fonseca imbrica perfectamente una apasionante trama policial con una investigación sobre el género, dando a Habitación 26 el doble interés de una novela que engancha al lector con el de la metanovela sobre el género. La clave del crimen está en una biblioteca donde se comienza a buscar en Agatha Christie, Simenon, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Dashiell Hammett, Arthur Conan Doyle y otros, así como en los cuentos negros de G.K. Chesterton, Manuel Peyrou, Harry Kemelman, William Faulkner, Edgar Allan Poe, H. B. Domeq, pero es en Borges donde parece estar la clave de la muerte ocurrida en la habitación 26. En Habitación 26, el Comisario que dirige las investigaciones lee desesperadamente a docenas de autores buscando las concordancias de una mente imaginativa autora de la denuncia. Nadie debía morir, sólo se trataba de humillar a un marido infiel, pero el destino se atraviesa convirtiendo la venganza en un asesinato preterintencional. Habitación 26 es una novela para leer de un solo tirón. Es imposible apartarse del texto hasta descubrir al culpable.
Marcial Fonseca imbrica perfectamente una apasionante trama policial con una investigación sobre el género, dando a Habitación 26 el doble interés de una novela que engancha al lector con el de la metanovela sobre el género. La clave del crimen está en una biblioteca donde se comienza a buscar en Agatha Christie, Simenon, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Dashiell Hammett, Arthur Conan Doyle y otros, así como en los cuentos negros de G.K. Chesterton, Manuel Peyrou, Harry Kemelman, William Faulkner, Edgar Allan Poe, H. B. Domeq, pero es en Borges donde parece estar la clave de la muerte ocurrida en la habitación 26. En Habitación 26, el Comisario que dirige las investigaciones lee desesperadamente a docenas de autores buscando las concordancias de una mente imaginativa autora de la denuncia. Nadie debía morir, sólo se trataba de humillar a un marido infiel, pero el destino se atraviesa convirtiendo la venganza en un asesinato preterintencional. Habitación 26 es una novela para leer de un solo tirón. Es imposible apartarse del texto hasta descubrir al culpable.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)