sábado, 14 de julio de 2007

El celular y la teoría de la información

El Mundo / Sábado / Caracas , 14 de Julio de 2007

Cuando se escribe sobre el lenguaje que usan los jóvenes en sus mensajes enviados vía celular, o al chatear, los enfoques han venido del lado de los filólogos con análisis que van desde cómo el idioma evoluciona hasta concluir que es falta de educación gramatical en nuestros muchachos. No ha habido, o este columnista no lo ha leído, enfoques a la luz de la teoría de la información para demostrar que lo que hacen los usuarios de los móviles es completamente válido. El creador de esta materia, C.E. Shannon, antes de la primera mitad del siglo XX, expuso los postulados que son el fundamento de la revolución digital que recorre el mundo desde hace varios años. A pesar de la sencillez de la exposición, Shannon no pudo dejar de usar abstrusos conceptos de la termodinámica como entropía; pero hagamos un resumen de la teoría sin muchos aspavientos. Cuando el canal de comunicación que hay entre un emisor y un receptor distorsiona o mutila el mensaje por el ruido que introduce o por las imperfecciones que lo caracterizan, siempre será posible transmitir sin errores si se logra el apropiado esquema de codificación. En palabras llanas, el mensaje debe ser manipulado para encarar cualquier defecto del medio de transmisión: ruido, limitación de espacio, de tiempo, etc. Ahora pasemos a lo que han hecho nuestros hijos, que espontáneos, y sin ninguna escuela, logran lo que en el árido mundo de la teoría de la información se vería como obvio. Veamos algunos ejemplos de las oraciones construidas por ellos: Noc tio como dic ud; es claro que quiso decir No sé, tío, cómo dice usted; otra: Q l scribo, qué le escribo. Bun viag chama, m rpikas al ygar; buen viaje, chama, me repicas al llegar. Los jóvenes explican su gramática: Como sta? S Diana la amiga d Zurina. Eya m dijo lo dl artqlo. Buno para mpzar l pue2 dcir que uno sustituy palabras. Ejmpl la ltra e no c colok, s como scribir star. M ntndio to2 lo q l scribi. Las limitaciones del canal son número de caracteres limitado y velocidad en la respuesta. No es lógico que los tildemos de que están en una nueva era, ellos están adecuando el mensaje al medio de transmisión. Y esto siempre ha sido así; es como cuando se habla por radio (walkie-talkie) que en vez de no o sí, dicen negativo, positivo; o cuando, por teléfono recurrimos a Barcelona para decir la letra be, o a Orlando para la O; con estas redundancias estamos solventando lo parecido o ininteligibles que se vuelven ciertas letras por máculas del canal de comunicación. Es el mismo fenómeno del margariteño que alarga las palabras para evitar que la brisa marina se las apague. Un hecho interesante en estos mensajes texto es que la E, la más usada tanto en español como en inglés, casi no se usa; en el alfabeto Morse esa letra es apenas representada por un punto. Un dato curioso, la T es una raya por ser la segunda letra más común en inglés; si el alfabeto telegráfico hubiese sido creado para manejar el español, esa raya le hubiera tocado a la A. El objetivo es que la representación de los elementos del mensaje se aproxime a la información que poseen. Spro q ayan ntndi2 la pdant part final.

Marcial Fonseca

sábado, 16 de junio de 2007

Amor cibernético

El Mundo / Sábado / Caracas , 16 de Junio de 2007

«Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran» Se habían visto sin detallarse mucho; para ella, era un simple y lejano conocido; pero para él, esa mujer era la perfección hecha realidad. El rostro irradiaba sensualidad, zanganería y belleza; el cuerpo, empezando por arriba, imponía unas bellas turgencias, seguía un hermoso valle y la sonrisa vertical era una abultada colina flanqueada por dos esbeltas columnas. No hallaba cómo entrarle y decidió valerse de esa maravilla que la tecnología moderna ha puesto a nuestra disposición para unirnos tanto de cerca como de lejos: internet. Con mañas consiguió su correo y empezó un cruce de mensajes anónimos; al principio exploratorios e inocuos, los primeros chistes fueron insípidos, luego subieron de tono; él se identificaba como "tu viejito", ella como "la tía maravilla"; pero él la llamaba mi cucona. Nunca se dijeron dónde vivían. Pasaron a hacerse confesiones de cómo los había tratado la vida, de amores anteriores, que a él lo ponían celoso, y así fue naciendo una relación. Las preguntas iniciales de si lo de ellos sería solamente virtual los llevó a cómo se satisfarían si pudieran encontrarse. Ella confesaba que se humedecía allá abajo de sólo leer sus palabras. La mujer le facilitó su celular; oírla al teléfono hizo que se enamorara más; supo descubrir en las inflexiones de su voz hasta cuando quería que la mimaran, al menos de palabras, y que a él le salían del corazón. Sí, era la mujer de su vida. Los correos electrónicos también se volvieron atrevidos; ya ella enviaba fotos, vestida y ocultando el rostro primero, luego en ropa interior y siempre del cuello hacia abajo; él se limitaba a solazarse; y ella se excitaba con los comentarios telefónicos que, como decía, la ponían maluca; sobre todo cuando él le describía cómo la masajearía del cuello a sus nalgas; cómo le levantaría el trasero para observarla desde atrás. La pasión se fue acrecentando y los deseos se hicieron inaguantables. Tenían que pasar a los hechos, él insinuó un encuentro, mas ella creyó que eso sería imposible; se lo imaginaba lejos, muy lejos, internet era espacio, distancia, separación, globalidad; pero cuál no sería su sorpresa cuando se enteró de que vivían en el mismo país y en la misma ciudad; él logró convencerla y acordaron una cita en un centro comercial. El hombre le pidió que se vistiera de azul para la ocasión, sabía que tanto cielo lo merecía; él le describió su vestimenta, pantalones beige, camisa de rayas azules, zapatos negros. Llegó el momento y él asistió al sitio acordado antes de la hora, se ocultó en una esquina del restaurante, la vio llegar; estaba hermosa, realmente era una hembra; pero algo en ella no encajaba. Luego de que la mujer de su sueño se ubicara en una mesa, se le acercó; estaba emocionado, tantas palabras cibernéticas se convertirían en realidad. La saludó con garbo, se sentó; ella se extrañó, quiso decirle que esperaba a alguien; pero se percató de cómo andaba vestido él. La mujer se vio su ropa con pena, no era azul, era un gris triste para que no la reconocieran; el hombre comprendió que aquello no iba a funcionar, se levantó, y se marchó. Ella no hizo ningún intento por retenerlo, no veía en él el tipo que se había imaginado.

Marcial Fonseca