Tal Cual - 5/9/2001
Rápidamente las horas se acercaban al momento esperado. El pastor no se veía nervioso. "Señores", decía a las audiencias presente y televisiva, "son las 9 am, en una hora exacta todo se habrá consumado". Desde que había asumido el mando de la iglesia Los que esperan el Apocalipsis, le había imprimido su audacia, pero la última era la más atrevida. El domingo pasado, con el templo lleno, un estrado con profusión de flores, un coro de 250 personas y transmisión en vivo, se dirigió a la feligresía: "Mis hijos, estoy feliz y a la vez triste. Se preguntarán por qué. Dios me habló y me dijo que para el próximo martes, a las 10 de la mañana, estaré con El, en su seno. Qué alegría no tener que esperar las trompetas del juicio final, no ver el levantar de los muertos. Sí, mi Señor obviará todo eso y me llevará a los cielos. Por ello estoy contento, aunque también compungido porque no estaré más con ustedes; pero el Padre Celestial les envió un mensaje conmigo: si para el día de mi muerte ustedes han remitido un millón de dólares, el Creador permitirá que continúe viviendo, que siga haciendo mi labor evangelizadora. Si esto es lo que desean, por favor llamen al 800 que está en sus pantallas, sólo tienen que teclear su tarjeta de crédito o de débito, la clave secreta y el monto de la contribución". Las horas empezaron a avanzar, así como el dinero a llegar. Para el martes a las nueve, había 910.000 dólares. "Estoy gozoso", dijo el predicador, "bien porque me quede o bien porque parta a los brazos de Dios". Había tensión en el ambiente. Todos estaban pendientes de la pantalla electrónica. Nueve cuarenta y 915.693 dólares. "Se acerca la hora", dijo el pastor a las 9:45, "ustedes ya han depositado 917.600 dólares. Me retiro a meditar por diez minutos en mi despacho". Abandonó el estrado, todo el mundo lo siguió con la mirada hasta que traspasó el cortinaje. Regresó a las 9:56; la pantalla mostraba 999.980 dólares. A las 9:59 y 999.998 abrió los brazos, miró hacia arriba y cerró los ojos; transcurrido un minuto, el tablero indicó la cantidad final: un millón tres dólares. Los presentes se pararon de sus asientos y empezaron a aplaudir, claramente emocionados porque se quedaría el reverendo; pero fueron enmudecidos cuando cayó al suelo, el predicador estaba muerto. Dios, frente a su monitor de Internet, había descubierto que el pastor llamó al número 800 y contribuyó con 82.350 dólares. Para eso fueron los cinco minutos de meditación.
Marcial Fonseca
miércoles, 5 de septiembre de 2001
jueves, 9 de agosto de 2001
El velorio que viene
Tal Cual - 9/8/2001
La vida del loco Pedro era caminar por las vías aledañas e internas de Duaca con una marusa por equipaje; en ella había un cepillo de dientes, crema dental, papel periódico y jabón azul. Le decían loco porque para él casi nunca existía el mañana, sólo el hoy. No era exigente: que la quebrada, su baño particular, siempre llevara agua y que el bosque siguiera siendo su hogar. Cuando no deambulaba por ahí, se bañaba, dormía o simplemente pintaba héroes de la independencia en los bares de la zona; cada botiquín daba la bienvenida a sus clientes con un patriota montado en su caballo, ambos de agudo perfil. El loco Pedro tenía dos maneras de proveerse la comida, una era en las cantinas adornadas con su arte, donde siempre lo recibían con un plato de caraotas y arepa de maíz. El otro método que se ideó para hacerse de un condumio fueron los velorios. En un pueblo apegado a las tradiciones, los finados eran velados en sus casas. Pedro se hizo famoso por acompañar a los muertos toda la noche, cosa que agradecían los familiares brindándole una cena. El tomaba su costumbre muy en serio, de hecho se acomodaba para la ocasión: se abotonaba la camisa desde el primer botón. Cuando lo veían en la plaza, derechito, como edecán de Bolívar, con el cuello en alto, ya todos sabían que alguien había fallecido. Una vez el autor le preguntó sobre los últimos velorios. Con solemnidad, Pedro contestó: "Bastante bien, anoche estuve en uno. Estuvo chipén, chipén" y al decirlo se tamboreaba la barriga, "caldo de gallina, pan de trigo y cocuy". Mostraba una cara de satisfacción, había cumplido su deber, y había cenado bien. Continuó hablando, "Pero déjeme decirle que el velorio que viene será mucho mejor...", intrigado lo interrumpí, "¿Cómo sabe que será mejor?". Me contestó, "Na guará, la muerta de anoche era tía de un amigo mío, ahora la mamá está grave. Por lo menos, hervido de res y ron".
Marcial Fonseca
La vida del loco Pedro era caminar por las vías aledañas e internas de Duaca con una marusa por equipaje; en ella había un cepillo de dientes, crema dental, papel periódico y jabón azul. Le decían loco porque para él casi nunca existía el mañana, sólo el hoy. No era exigente: que la quebrada, su baño particular, siempre llevara agua y que el bosque siguiera siendo su hogar. Cuando no deambulaba por ahí, se bañaba, dormía o simplemente pintaba héroes de la independencia en los bares de la zona; cada botiquín daba la bienvenida a sus clientes con un patriota montado en su caballo, ambos de agudo perfil. El loco Pedro tenía dos maneras de proveerse la comida, una era en las cantinas adornadas con su arte, donde siempre lo recibían con un plato de caraotas y arepa de maíz. El otro método que se ideó para hacerse de un condumio fueron los velorios. En un pueblo apegado a las tradiciones, los finados eran velados en sus casas. Pedro se hizo famoso por acompañar a los muertos toda la noche, cosa que agradecían los familiares brindándole una cena. El tomaba su costumbre muy en serio, de hecho se acomodaba para la ocasión: se abotonaba la camisa desde el primer botón. Cuando lo veían en la plaza, derechito, como edecán de Bolívar, con el cuello en alto, ya todos sabían que alguien había fallecido. Una vez el autor le preguntó sobre los últimos velorios. Con solemnidad, Pedro contestó: "Bastante bien, anoche estuve en uno. Estuvo chipén, chipén" y al decirlo se tamboreaba la barriga, "caldo de gallina, pan de trigo y cocuy". Mostraba una cara de satisfacción, había cumplido su deber, y había cenado bien. Continuó hablando, "Pero déjeme decirle que el velorio que viene será mucho mejor...", intrigado lo interrumpí, "¿Cómo sabe que será mejor?". Me contestó, "Na guará, la muerta de anoche era tía de un amigo mío, ahora la mamá está grave. Por lo menos, hervido de res y ron".
Marcial Fonseca
martes, 17 de julio de 2001
Relato interactivo
Tal Cual - 17/7/2001
Era un ladrón ecológico. En bicicleta, de lycra, casco y lentes oscuros, recorría las urbanizaciones para estudiar el objetivo. La quinta seleccionada para esta noche tenía pocos ocupantes: un matrimonio y la hija de 20 años. <!--more--> Ingresó a la casa, la planta baja estaba silenciosa. En la sala consiguió una cartera con 50 mil bolívares; al lado, un reloj y dos anillos. Pasó a la biblioteca, vio un monedero, 30 mil bolívares más. Subió al segundo piso; una tenue cuchilla luminosa que salía de un cuarto llamó su atención. Afinó el oído, silencio absoluto. Llegó al halo de luz, que provenía de una hermosa luna llena. Entró a la habitación, la hija dormía boca arriba, una pierna hacía un delta con la otra. El camisón la cubría hasta la cadera, y por el calor, más que por moderna, no tenía pantaletas. El vello púbico estaba como peinado y convergía hacía la sonrisa vertical. Empezó a respirar diferente, se abrió el cierre del pantalón, se masturbaría; pero el negro triángulo hizo que se abalanzara sobre ella. Con una mano tapó su boca; con la otra, la despeinó. Ella no pudo gritar el final de su virginidad. Por los espasmos, le liberó la boca y un desgarrador "¡papá, papá!" inundó toda la casa. Rápidamente y con fuerza, clavó su antebrazo en la garganta de ella, se oyó el sordo sonido de la fractura de la laringe. El intruso se incorporó por los "¡hija, hija, qué pasa, qué pasa!" que venían del pasillo. Empuñó su revólver. La madre, llorando, abrazó a su hija, esta buscaba aire, el padre quería pedir ayuda, el ladrón que no se movieran. La joven se amorataba, la madre gritaba, el padre se enfurecía. La muchacha dio su postrer estertor, el progenitor saltó sobre el ladrón, que más ágil salió corriendo del cuarto, tropezó con una pared y rodó hasta el piso inferior, el padre se apoderó del arma y... Amigo lector, sea usted el padre y decida el final. Pero apresúrese, podrían acusarlo de violar los derechos humanos del delincuente.
Marcial Fonseca
Era un ladrón ecológico. En bicicleta, de lycra, casco y lentes oscuros, recorría las urbanizaciones para estudiar el objetivo. La quinta seleccionada para esta noche tenía pocos ocupantes: un matrimonio y la hija de 20 años. <!--more--> Ingresó a la casa, la planta baja estaba silenciosa. En la sala consiguió una cartera con 50 mil bolívares; al lado, un reloj y dos anillos. Pasó a la biblioteca, vio un monedero, 30 mil bolívares más. Subió al segundo piso; una tenue cuchilla luminosa que salía de un cuarto llamó su atención. Afinó el oído, silencio absoluto. Llegó al halo de luz, que provenía de una hermosa luna llena. Entró a la habitación, la hija dormía boca arriba, una pierna hacía un delta con la otra. El camisón la cubría hasta la cadera, y por el calor, más que por moderna, no tenía pantaletas. El vello púbico estaba como peinado y convergía hacía la sonrisa vertical. Empezó a respirar diferente, se abrió el cierre del pantalón, se masturbaría; pero el negro triángulo hizo que se abalanzara sobre ella. Con una mano tapó su boca; con la otra, la despeinó. Ella no pudo gritar el final de su virginidad. Por los espasmos, le liberó la boca y un desgarrador "¡papá, papá!" inundó toda la casa. Rápidamente y con fuerza, clavó su antebrazo en la garganta de ella, se oyó el sordo sonido de la fractura de la laringe. El intruso se incorporó por los "¡hija, hija, qué pasa, qué pasa!" que venían del pasillo. Empuñó su revólver. La madre, llorando, abrazó a su hija, esta buscaba aire, el padre quería pedir ayuda, el ladrón que no se movieran. La joven se amorataba, la madre gritaba, el padre se enfurecía. La muchacha dio su postrer estertor, el progenitor saltó sobre el ladrón, que más ágil salió corriendo del cuarto, tropezó con una pared y rodó hasta el piso inferior, el padre se apoderó del arma y... Amigo lector, sea usted el padre y decida el final. Pero apresúrese, podrían acusarlo de violar los derechos humanos del delincuente.
Marcial Fonseca
martes, 29 de mayo de 2001
Quién quiere ser millonario
Tal Cual - 29/5/2001
La fiebre desatada por el programa es grande, una señora, frente a la iglesia San Francisco, decía a su esposo que eso estaba bueno para el programa. Se refería a la placa que rezaba que Simón Bolívar había recibido el título de Libertador en esa iglesia. Con el propósito de ayudar a los que salgan sorteados, y también para que los productores amplíen su banco de datos, se dará una serie de preguntas al estilo del programa. Las respuestas, luego. De estas palabras, ¿cuál está mal escrita?: a) lechoza, b) bacía, c) bisagra, d) contorción. La capital de Bolivia es: a) Sucre, b) La Paz, c) Cochabamba, d) Potosí. El autor de La oración por todos es: a) V. Hugo, b) A. Bello, c) J. Martí, d) W. Whitman. Voz argentina es: a) la que vibra como la plata, b) la que imita a C. Gardel, c)la que imita a los gauchos, d) la que es ostentosa. ¿Qué iglesia caraqueña es bifronte?: a) Sta. Teresa, b) Sta. Rosalía, c) La Catedral, d) San Pedro. El 1.1.1800 fue miércoles, ¿qué día fue el 1.1.1801?: a) jueves, b) viernes, c)martes, d) miércoles. Un sinónimo de cenotafio es: a) tumba vacía, b) tumba con epitafio, c) tumba sin epitafio, d) obituario. ¿Cuál de las siguientes expresiones es un oxímoron?: a) poesía elitesca, b) crónica policial, c) poesía épica, d) novela costumbrista. De los siguientes galardonados con el Nobel, ¿quién lo recibió dos veces?: a) L. Pauling, b) W. Churchill, c) D. Fo, d) N. Mandela. ¿Qué escritor británico admiró la sencillez del uniforme de los soldados del Libertador por consistir, según él, de simplemente un poncho, sin nada debajo?: a) T. Carlyle, b) S. Johnson, c) T. De Quincey, d) W. Shakespeare. ¿Cuál de estas frases es impropia?: a) de acuerdo a, b) de acuerdo con, c) en relación con, d) con relación a. Dedicada a los productores del programa que usan la expresión indebida en la pregunta de la mente más rápida. Amigo lector, la respuesta correcta siempre es a).
Marcial Fonseca
La fiebre desatada por el programa es grande, una señora, frente a la iglesia San Francisco, decía a su esposo que eso estaba bueno para el programa. Se refería a la placa que rezaba que Simón Bolívar había recibido el título de Libertador en esa iglesia. Con el propósito de ayudar a los que salgan sorteados, y también para que los productores amplíen su banco de datos, se dará una serie de preguntas al estilo del programa. Las respuestas, luego. De estas palabras, ¿cuál está mal escrita?: a) lechoza, b) bacía, c) bisagra, d) contorción. La capital de Bolivia es: a) Sucre, b) La Paz, c) Cochabamba, d) Potosí. El autor de La oración por todos es: a) V. Hugo, b) A. Bello, c) J. Martí, d) W. Whitman. Voz argentina es: a) la que vibra como la plata, b) la que imita a C. Gardel, c)la que imita a los gauchos, d) la que es ostentosa. ¿Qué iglesia caraqueña es bifronte?: a) Sta. Teresa, b) Sta. Rosalía, c) La Catedral, d) San Pedro. El 1.1.1800 fue miércoles, ¿qué día fue el 1.1.1801?: a) jueves, b) viernes, c)martes, d) miércoles. Un sinónimo de cenotafio es: a) tumba vacía, b) tumba con epitafio, c) tumba sin epitafio, d) obituario. ¿Cuál de las siguientes expresiones es un oxímoron?: a) poesía elitesca, b) crónica policial, c) poesía épica, d) novela costumbrista. De los siguientes galardonados con el Nobel, ¿quién lo recibió dos veces?: a) L. Pauling, b) W. Churchill, c) D. Fo, d) N. Mandela. ¿Qué escritor británico admiró la sencillez del uniforme de los soldados del Libertador por consistir, según él, de simplemente un poncho, sin nada debajo?: a) T. Carlyle, b) S. Johnson, c) T. De Quincey, d) W. Shakespeare. ¿Cuál de estas frases es impropia?: a) de acuerdo a, b) de acuerdo con, c) en relación con, d) con relación a. Dedicada a los productores del programa que usan la expresión indebida en la pregunta de la mente más rápida. Amigo lector, la respuesta correcta siempre es a).
Marcial Fonseca
viernes, 4 de mayo de 2001
Las muertes de Cervantes y Shakespeare
El Nacional - 4/5/2001
En la reseña "La Lengua sigue en movimiento", del pasado 23 de abril, Rubén Wisotzki, menciona la coincidencia de las muertes de Cervantes y Shakespeare, ambas ocurridas el 23 de abril de 1616; para ello cita al profesor Alexis Márquez Rodríguez. Lamentablemente hay una imprecisión en esta afirmación. Estos escritores murieron en la misma fecha pero no el mismo día; y ello es debido a que Inglaterra, para el año 1616, no había adoptado el calendario gregoriano, por lo que ese país tenía 10 días de atraso en relación con las naciones que sí habían adoptado la reforma en su momento, 1582. Cuando Cervantes muere, 23 de abril, en Inglaterra era 13 del mismo mes y Shakespeare estaba vivo; cuando finalmente fallece éste, 23 de abril en la isla, ya en España era 3 de mayo.
Marcial Fonseca
En la reseña "La Lengua sigue en movimiento", del pasado 23 de abril, Rubén Wisotzki, menciona la coincidencia de las muertes de Cervantes y Shakespeare, ambas ocurridas el 23 de abril de 1616; para ello cita al profesor Alexis Márquez Rodríguez. Lamentablemente hay una imprecisión en esta afirmación. Estos escritores murieron en la misma fecha pero no el mismo día; y ello es debido a que Inglaterra, para el año 1616, no había adoptado el calendario gregoriano, por lo que ese país tenía 10 días de atraso en relación con las naciones que sí habían adoptado la reforma en su momento, 1582. Cuando Cervantes muere, 23 de abril, en Inglaterra era 13 del mismo mes y Shakespeare estaba vivo; cuando finalmente fallece éste, 23 de abril en la isla, ya en España era 3 de mayo.
Marcial Fonseca
jueves, 26 de abril de 2001
Determinacion del Domingo de Resurreccion
El Nacional - 26/4/2001
En la carta "¿Dejaron de ser lunares?, del pasado 23 de abril, Alfredo López Pérez pregunta sobre cómo se determina la Semana Santa y quién lo hace. La última pregunta es fácil, es responsabilidad de la Iglesia católica. En relación con la segunda, el Domingo de Resurrección es el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera, y éste es fijado "oficialmente" por Roma, desde el concilio de Nicea, año 325, el 21 de marzo; la luna llena también es fijada oficialmente por la Iglesia. Recordemos que no es la luna local, que puede tener hasta dos días de diferencia con la "oficial". Ha habido intentos para usar la de Jerusalén, pero no han cristalizado.. Determinado el Día de Resurrección, el domingo anterior es el de Ramos, y a partir de este nos vamos hacia atrás 40 días, y tenemos el Miércoles de Ceniza. Así que ni este año, ni ningún otro, ha habido errores.
Marcial Fonseca
En la carta "¿Dejaron de ser lunares?, del pasado 23 de abril, Alfredo López Pérez pregunta sobre cómo se determina la Semana Santa y quién lo hace. La última pregunta es fácil, es responsabilidad de la Iglesia católica. En relación con la segunda, el Domingo de Resurrección es el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera, y éste es fijado "oficialmente" por Roma, desde el concilio de Nicea, año 325, el 21 de marzo; la luna llena también es fijada oficialmente por la Iglesia. Recordemos que no es la luna local, que puede tener hasta dos días de diferencia con la "oficial". Ha habido intentos para usar la de Jerusalén, pero no han cristalizado.. Determinado el Día de Resurrección, el domingo anterior es el de Ramos, y a partir de este nos vamos hacia atrás 40 días, y tenemos el Miércoles de Ceniza. Así que ni este año, ni ningún otro, ha habido errores.
Marcial Fonseca
martes, 27 de febrero de 2001
Lógica de las palabras
El Nacional - 27/2/2001
Siempre relacionaba lo aprendido en el aula con lo que veía en la calle; por ello escribió Josephina porque así se escribía Phillips Morris; pero en la primera semana de cuarto grado descubrió que el mundo real cabía en sus apuntes de clase. Se alegró mucho al comprobar que en el fondo de las botellas de cocuy decía claramente 0,70 litros, la definición que su maestro había dado de botella como unidad de volumen. Cada día la escuela le daba una nueva pieza de cotidianidad. Partir una arepa le sugería las fracciones que el maestro había mencionado. Al oír al campesino hablar de sus tres hectáreas, pensó en los cien metros de una cuadra, por lo que tres manzanas daban idea del tamaño de la parcela. Las enseñanzas también le servían para discrepar de la realidad. "El jugo gástrico puede disolver un pedazo de cuero", le enseñaron en quinto grado. "Mamá, el chicle no se empelota en el estómago porque el jugo gástrico lo disuelve todo, así que no importa si me lo trago". El sexto grado lo puso en contacto con la historia. Las plazas y los monumentos empezaron a tener más sentido; y que su padre, en Caracas, le mostrara el balcón desde donde Madariaga indujo al pueblo para que rechazara a Emparan, fue una gran cosa. En bachillerato sabría el porqué de las olas, el porqué de las fases lunares; pero lo que más le llamaba la atención era el inglés. Entender El llanero solitario, el de las películas del cine, sin necesidad de los subtítulos, sería una maravilla. El primer año y el inglés llegaron. Dedicaba su tiempo al nuevo idioma. El I am, you are, he is, le parecían fáciles; sólo que no hallaba cómo llevarlo a la tranquila vida de Duaca. Su padre ya no era el corroborador de los apuntes de clase, al menos en lo atinente al inglés. El profesor te aclaró que ayes yes no era así sí. Las clases avanzaban. Chair, table, car, house, dog, cat, man, woman. Descubría similitudes: a las preguntas le decían cuestiones; pero no columbraba cómo cotejarlas con su ambiente. Todo cambió un día. El profesor enseñaba cosas menos concretas. Pasó de window a clean, de child a beautiful. Y finalmente de engine a battery, y esta palabra la conocía, estaba en el tablero del carro. Siempre creyó que battery era una palabra mal escrita. Así que su padre sí tenía saber, debía conocerlas porque estaba ahí. Llegó a su casa; y luego que su padre terminó la siesta, se lo llevó al carro. "Papá, me enseñaron que battery es batería...". "Sí, hijo, e indica cuándo deben prenderse las luces para no quemar el alternador". "Papá, ¡y temperature es temperatura!". "Sí, hijo, y para que vaya aprendiendo, la aguja me dice si puedo arrancar el carro...". "¿Qué significa si está en C?", lo interrumpió. "Hijo", contestó con voz pedagógica, "caliente; para andar un carro, este debe estar caliente". "Aja, papá, ¿y en H?". "Carajo, hijo", con un tono de reproche porque el hijo no atrapaba la lógica de las palabras, "hirviendo; y aprenda, nunca maneje un carro hirviendo".
Marcial Fonseca
Siempre relacionaba lo aprendido en el aula con lo que veía en la calle; por ello escribió Josephina porque así se escribía Phillips Morris; pero en la primera semana de cuarto grado descubrió que el mundo real cabía en sus apuntes de clase. Se alegró mucho al comprobar que en el fondo de las botellas de cocuy decía claramente 0,70 litros, la definición que su maestro había dado de botella como unidad de volumen. Cada día la escuela le daba una nueva pieza de cotidianidad. Partir una arepa le sugería las fracciones que el maestro había mencionado. Al oír al campesino hablar de sus tres hectáreas, pensó en los cien metros de una cuadra, por lo que tres manzanas daban idea del tamaño de la parcela. Las enseñanzas también le servían para discrepar de la realidad. "El jugo gástrico puede disolver un pedazo de cuero", le enseñaron en quinto grado. "Mamá, el chicle no se empelota en el estómago porque el jugo gástrico lo disuelve todo, así que no importa si me lo trago". El sexto grado lo puso en contacto con la historia. Las plazas y los monumentos empezaron a tener más sentido; y que su padre, en Caracas, le mostrara el balcón desde donde Madariaga indujo al pueblo para que rechazara a Emparan, fue una gran cosa. En bachillerato sabría el porqué de las olas, el porqué de las fases lunares; pero lo que más le llamaba la atención era el inglés. Entender El llanero solitario, el de las películas del cine, sin necesidad de los subtítulos, sería una maravilla. El primer año y el inglés llegaron. Dedicaba su tiempo al nuevo idioma. El I am, you are, he is, le parecían fáciles; sólo que no hallaba cómo llevarlo a la tranquila vida de Duaca. Su padre ya no era el corroborador de los apuntes de clase, al menos en lo atinente al inglés. El profesor te aclaró que ayes yes no era así sí. Las clases avanzaban. Chair, table, car, house, dog, cat, man, woman. Descubría similitudes: a las preguntas le decían cuestiones; pero no columbraba cómo cotejarlas con su ambiente. Todo cambió un día. El profesor enseñaba cosas menos concretas. Pasó de window a clean, de child a beautiful. Y finalmente de engine a battery, y esta palabra la conocía, estaba en el tablero del carro. Siempre creyó que battery era una palabra mal escrita. Así que su padre sí tenía saber, debía conocerlas porque estaba ahí. Llegó a su casa; y luego que su padre terminó la siesta, se lo llevó al carro. "Papá, me enseñaron que battery es batería...". "Sí, hijo, e indica cuándo deben prenderse las luces para no quemar el alternador". "Papá, ¡y temperature es temperatura!". "Sí, hijo, y para que vaya aprendiendo, la aguja me dice si puedo arrancar el carro...". "¿Qué significa si está en C?", lo interrumpió. "Hijo", contestó con voz pedagógica, "caliente; para andar un carro, este debe estar caliente". "Aja, papá, ¿y en H?". "Carajo, hijo", con un tono de reproche porque el hijo no atrapaba la lógica de las palabras, "hirviendo; y aprenda, nunca maneje un carro hirviendo".
Marcial Fonseca
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