El Nacional - 10/1/1999
Para Goer, de suyo borgiano, había sido un día de muchos entresijos. Mientras se alejaba del edificio, sentía en su espalda la tibieza de los reflectores del estacionamiento. Al llegar al carro, se da cuenta de que no estaba ahí con él. Sin entrar en pánico, se va a su casa y se encierra en un cuarto oscuro, de donde más nunca salió; incluso su jubilación la gestionó su esposa. Justificaba su actitud diciendo que quería vivir como un ciego y por tener ojos, simulaba la negrura huyendo de la claridad. No explicaba por qué muy esporádicamente, por segundos, encendía la luz. Su esposa e hijos no comprendían; pero aceptaban. El único contacto, prácticamente verbal, era con ellos. Como era un hombre de no dar lástima, no contaba a nadie el tormento de esa noche en el estacionamiento, cuando descubrió que su sombra había desaparecido; cuando ese yo que nace por la luz, y que es lo único que realmente posee el ser humano (lo otro, el pensar, si nos deja, a veces ni se dan cuenta), lo había abandonado. No quería que nadie se enterara de que su silueta postrada había tomado otro rumbo. Sin ella, su soledad era mayor que la del frío sepulcro.
Marcial Fonseca
domingo, 10 de enero de 1999
domingo, 15 de noviembre de 1998
El estirador
El Nacional - 15/11/1998
A mi padre, por la idea Como uno de los tantos personajes del Barquisimeto de ayer, el vecindario era su mundo. Pero cuando ejercía el oficio de estirador de zapatos, por lo inmenso de sus pies, se aventuraba fuera del barrio y llegaba al centro; donde vivía su novia de pensamiento. Recorría toda la calle; y aunque ella no notaba su presencia, él caminaba orgullosamente calzado. Cuando el caballo se paró en su ventana, sabía que tenían que ser unos zapatos finos. El joven le dijo que le pagaría tres lochas, en vez de medio, para que no se los quitara durante dos días, ni siquiera para dormir. De paso, le dio un par de medias. Esa tarde visitó a su novia; que como siempre no lo vio. Ya de noche, no tuvo problemas para dormir con los zapatos puestos. Al día siguiente, se admiró de ver la casa de su amada humildemente adornada. Se sorprendió cuando vio entrar al dueño de los zapatos al hogar de su Dulcinea. -¿El vive ahí?- preguntó tímidamente. -No, se casa mañana con la damita- contestó alguien. Por la tarde, el estirador y su tristeza ya habían abandonado la ciudad; y en la boda, los invitados no entendieron porqué el joven se casaba alpargatado.
Marcial Fonseca
A mi padre, por la idea Como uno de los tantos personajes del Barquisimeto de ayer, el vecindario era su mundo. Pero cuando ejercía el oficio de estirador de zapatos, por lo inmenso de sus pies, se aventuraba fuera del barrio y llegaba al centro; donde vivía su novia de pensamiento. Recorría toda la calle; y aunque ella no notaba su presencia, él caminaba orgullosamente calzado. Cuando el caballo se paró en su ventana, sabía que tenían que ser unos zapatos finos. El joven le dijo que le pagaría tres lochas, en vez de medio, para que no se los quitara durante dos días, ni siquiera para dormir. De paso, le dio un par de medias. Esa tarde visitó a su novia; que como siempre no lo vio. Ya de noche, no tuvo problemas para dormir con los zapatos puestos. Al día siguiente, se admiró de ver la casa de su amada humildemente adornada. Se sorprendió cuando vio entrar al dueño de los zapatos al hogar de su Dulcinea. -¿El vive ahí?- preguntó tímidamente. -No, se casa mañana con la damita- contestó alguien. Por la tarde, el estirador y su tristeza ya habían abandonado la ciudad; y en la boda, los invitados no entendieron porqué el joven se casaba alpargatado.
Marcial Fonseca
domingo, 4 de octubre de 1998
...del tren de Duaca
El Nacional - 4/10/1998
En el andén de la estación de ferrocarril Bolívar, de Barquisimeto, mayo de 1926, dos amigos compran pasajes para Duaca. -Mire compa -señalando con la boca- ¿Y ese taparo quién es? -Ese es Antonio Alamo, un ministro -¿Y el jurungo que está con él? -Del Ferrocarril Bolívar *. El Gobierno firmó un contrato con ellos. Deben de estar haciendo un recorrido. Los pasajeros abordan los vagones. Al llegar a El Eneal, son informados de que hay un problema con la locomotora y que, mientras la reemplazan, que se ubiquen en la sala. -Qué pena con esos taparos. -Verdad que sí. Echarse a perder cuando ellos están viajando; menos mal que van en primera clase. -Atención -grita un empleado- los de segunda clase, pasar por la taquilla para devolverles el dinero. -Compa, eso es para impresionar al ministro. Bueno, un cachete no nos cae mal. Hecho el cambio, cuatro policías suben y el viaje es reanudado. Empieza el ascenso de Duaca, por cierto, inusualmente lento. A la altura de Rey Dormido, el tren se desmaya y los policías entran al vagón de segunda clase. -A bajarse todo el mundo -conminan a los pasajeros- que tienen que empujar. C.W. Huctchings
Marcial Fonseca
En el andén de la estación de ferrocarril Bolívar, de Barquisimeto, mayo de 1926, dos amigos compran pasajes para Duaca. -Mire compa -señalando con la boca- ¿Y ese taparo quién es? -Ese es Antonio Alamo, un ministro -¿Y el jurungo que está con él? -Del Ferrocarril Bolívar *. El Gobierno firmó un contrato con ellos. Deben de estar haciendo un recorrido. Los pasajeros abordan los vagones. Al llegar a El Eneal, son informados de que hay un problema con la locomotora y que, mientras la reemplazan, que se ubiquen en la sala. -Qué pena con esos taparos. -Verdad que sí. Echarse a perder cuando ellos están viajando; menos mal que van en primera clase. -Atención -grita un empleado- los de segunda clase, pasar por la taquilla para devolverles el dinero. -Compa, eso es para impresionar al ministro. Bueno, un cachete no nos cae mal. Hecho el cambio, cuatro policías suben y el viaje es reanudado. Empieza el ascenso de Duaca, por cierto, inusualmente lento. A la altura de Rey Dormido, el tren se desmaya y los policías entran al vagón de segunda clase. -A bajarse todo el mundo -conminan a los pasajeros- que tienen que empujar. C.W. Huctchings
Marcial Fonseca
miércoles, 9 de septiembre de 1998
Lógica del ignorante
El Nacional - 9/9/1998
El (o ella): Cada tres minutos, un hombre es apuñalado Ella (o él): Pobrecito, van a terminar matándolo El hombre, en cuanto ser superior, siempre ha recurrido a un marco de referencia para simular la realidad. Este patrón le ha servido para predecir el comportamiento del mundo circundante. Lamentablemente, la tendencia es agarrar el rábano por las hojas, reemplazar la realidad por el marco. Esta inversión constituye la lógica del ignorante. Si la referencia elude la realidad, ésta es la equivocada. Al decir que la emisión de billetes de alta denominación trae inflación, en vez de al revés, estamos confundiendo la realidad con el modelo. Vacaciones y aviones llenos, y se preguntan dónde está la crisis, sin percatarse de que hay menos vuelos. Si alguien come, hace el amor y muere en el acto sexual, comer y hacer el amor produce la muerte. Si alguien muere de un infarto mientras ve televisión, nadie infiere que ver la tele produce infartos. A propósito, y no del 2000, comer y hacer el amor no mata, siempre y cuando se haga sin mucha emoción, es decir, sólo con la esposa.
Marcial Fonseca
El (o ella): Cada tres minutos, un hombre es apuñalado Ella (o él): Pobrecito, van a terminar matándolo El hombre, en cuanto ser superior, siempre ha recurrido a un marco de referencia para simular la realidad. Este patrón le ha servido para predecir el comportamiento del mundo circundante. Lamentablemente, la tendencia es agarrar el rábano por las hojas, reemplazar la realidad por el marco. Esta inversión constituye la lógica del ignorante. Si la referencia elude la realidad, ésta es la equivocada. Al decir que la emisión de billetes de alta denominación trae inflación, en vez de al revés, estamos confundiendo la realidad con el modelo. Vacaciones y aviones llenos, y se preguntan dónde está la crisis, sin percatarse de que hay menos vuelos. Si alguien come, hace el amor y muere en el acto sexual, comer y hacer el amor produce la muerte. Si alguien muere de un infarto mientras ve televisión, nadie infiere que ver la tele produce infartos. A propósito, y no del 2000, comer y hacer el amor no mata, siempre y cuando se haga sin mucha emoción, es decir, sólo con la esposa.
Marcial Fonseca
jueves, 6 de agosto de 1998
Misterio
El Nacional - 6/8/1998
Estaban dos amigos charlando de los espantos y aparecidos que poblaban la comarca. Hablaron de la Llorona, de la que se montaba en los carros sin permiso del chofer, del Silbón, etc. Luego, las vivencias. -En una de mis guardias nocturnas, un señor vestido de negro rezaba a los pies de un enfermo grave. Días después, el paciente estaba bien. Les comento a los familiares que las oraciones del visitante lo habían sanado. Me dicen que nadie lo visitó. Les hablé del señor de negro, y nos dimos cuenta de que se trataba de José Gregorio Hernández. Otra. En Barquisimeto, una muchacha me pide la cola hasta Duaca. La dejo en su casa, arranco y noto que dejó la cartera. Regreso para devolvérsela y una señora me muestra una foto de la joven, que había muerto 15 años atrás. ¿Qué le parece? -Bueno, a mí me pasó algo misterioso también. Una noche tropiezo con un perro, que reacciona y me espeta: "no me pises o te muerdo". -Mire, ¿usted cómo que me vio cara de bolsa? -¡Ah!, yo sí tengo cara de pendejo y tengo que calarme sus misterios, cuando es más fácil que un perro hable, al menos tiene cuerdas vocales, a que los muertos, putrefactos, anden por ahí.
Marcial Fonseca
Estaban dos amigos charlando de los espantos y aparecidos que poblaban la comarca. Hablaron de la Llorona, de la que se montaba en los carros sin permiso del chofer, del Silbón, etc. Luego, las vivencias. -En una de mis guardias nocturnas, un señor vestido de negro rezaba a los pies de un enfermo grave. Días después, el paciente estaba bien. Les comento a los familiares que las oraciones del visitante lo habían sanado. Me dicen que nadie lo visitó. Les hablé del señor de negro, y nos dimos cuenta de que se trataba de José Gregorio Hernández. Otra. En Barquisimeto, una muchacha me pide la cola hasta Duaca. La dejo en su casa, arranco y noto que dejó la cartera. Regreso para devolvérsela y una señora me muestra una foto de la joven, que había muerto 15 años atrás. ¿Qué le parece? -Bueno, a mí me pasó algo misterioso también. Una noche tropiezo con un perro, que reacciona y me espeta: "no me pises o te muerdo". -Mire, ¿usted cómo que me vio cara de bolsa? -¡Ah!, yo sí tengo cara de pendejo y tengo que calarme sus misterios, cuando es más fácil que un perro hable, al menos tiene cuerdas vocales, a que los muertos, putrefactos, anden por ahí.
Marcial Fonseca
jueves, 9 de julio de 1998
La foto
El Nacional - 9/7/1998
Un lunes por la noche, en una Caracas amodorrada, iniciaba su primer recorrido, luego de largos meses fuera de su hogar. Todo el fin de semana estuvo celebrando, con sus familiares y amigos, la culminación del curso de seis meses en la Escuela de la Policía Metropolitana. En la fresca brisa caraqueña y sin la presión de los instructores de la academia, quería probar lo aprendido. Por eso, cuando la viejita le dice que hay un joven sospechoso, apoyado en un lujoso carro, se dirige hacia él, y desde atrás llama su atención para que se voltee. El joven se gira, y al ver al policía, sale corriendo. En sacar el revólver con gran destreza, en disparar e inmediatamente informar a sus superiores de que había matado a un presunto ladrón, demostraban que sí había asimilado las lecciones. Iniciadas las averiguaciones, lo que primero sale a la luz pública es que el edificio donde vivía el agente, era también residencia, desde hacía cuatro meses, de la víctima. Quizás hoy estuviera viva, si en cada una de sus visitas furtivas hubiesen escondido la foto que estaba en la mesita de noche.
Marcial Fonseca
Un lunes por la noche, en una Caracas amodorrada, iniciaba su primer recorrido, luego de largos meses fuera de su hogar. Todo el fin de semana estuvo celebrando, con sus familiares y amigos, la culminación del curso de seis meses en la Escuela de la Policía Metropolitana. En la fresca brisa caraqueña y sin la presión de los instructores de la academia, quería probar lo aprendido. Por eso, cuando la viejita le dice que hay un joven sospechoso, apoyado en un lujoso carro, se dirige hacia él, y desde atrás llama su atención para que se voltee. El joven se gira, y al ver al policía, sale corriendo. En sacar el revólver con gran destreza, en disparar e inmediatamente informar a sus superiores de que había matado a un presunto ladrón, demostraban que sí había asimilado las lecciones. Iniciadas las averiguaciones, lo que primero sale a la luz pública es que el edificio donde vivía el agente, era también residencia, desde hacía cuatro meses, de la víctima. Quizás hoy estuviera viva, si en cada una de sus visitas furtivas hubiesen escondido la foto que estaba en la mesita de noche.
Marcial Fonseca
jueves, 11 de junio de 1998
¿Otra reforma del calendario?
El Nacional - 11/6/1998
En el tercer milenio, quizás vuelva la idea de una reforma del calendario, para enderezar los entuertos que le surgieron cuando Constantino, en el siglo IV, introdujo la semana de siete días. Antes, se tenía un almanaque perpetuo. Después, un año corriente sería de 52 semanas y un día; esto significa, por ejemplo, que 1998 empezó un jueves y terminará un jueves. Hay dos tendencias reformatorias. Una consiste en un esquema de 12 meses, y trimestres con meses de 31, 30 y 30 días. La otra, en 13 meses de 28 días. En ambas, el año sería de 364 días, e intercalarían, la víspera de año nuevo, un día neutro: Sin nombre ni fecha asociados, para llegar a los 365 días. El día bisiesto sería neutro, entre el primer y segundo semestres. Si uno de ellos fuese adoptado el domingo 1 de enero del 2006, las fechas sufrirán cambios menores: por ejemplo, Bolívar nace el 23 de julio en el primero y el 9 del octavo mes, en el segundo. En general, la aceptación ha sido débil; los judíos se oponen porque el día neutro les rompería su ciclo sagrado de 7 días. Este fue uno de los argumentos opositores de Estados Unidos, cuando el tema fue tratado en las Naciones Unidas, en 1955.
Marcial Fonseca
En el tercer milenio, quizás vuelva la idea de una reforma del calendario, para enderezar los entuertos que le surgieron cuando Constantino, en el siglo IV, introdujo la semana de siete días. Antes, se tenía un almanaque perpetuo. Después, un año corriente sería de 52 semanas y un día; esto significa, por ejemplo, que 1998 empezó un jueves y terminará un jueves. Hay dos tendencias reformatorias. Una consiste en un esquema de 12 meses, y trimestres con meses de 31, 30 y 30 días. La otra, en 13 meses de 28 días. En ambas, el año sería de 364 días, e intercalarían, la víspera de año nuevo, un día neutro: Sin nombre ni fecha asociados, para llegar a los 365 días. El día bisiesto sería neutro, entre el primer y segundo semestres. Si uno de ellos fuese adoptado el domingo 1 de enero del 2006, las fechas sufrirán cambios menores: por ejemplo, Bolívar nace el 23 de julio en el primero y el 9 del octavo mes, en el segundo. En general, la aceptación ha sido débil; los judíos se oponen porque el día neutro les rompería su ciclo sagrado de 7 días. Este fue uno de los argumentos opositores de Estados Unidos, cuando el tema fue tratado en las Naciones Unidas, en 1955.
Marcial Fonseca
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